Me enteré que estaba embarazada de Fabián Esteban a
finales de octubre de 2002. Fue un embarazo deseado y podría decirse que hasta
buscado. Se nos hacía raro que después de 2 años de casados y sin haber usado
métodos anticonceptivos no hubiera llegado. Una semana antes ya había tenido
una cita ginecológica y había empezado a tomar vitaminas prenatales, sin saber
que en ese momento ya estaba Fabián Esteban en camino.
Cuando llevaba unos 4 o 5 días de atraso compramos
una prueba casera. Esa noche tuvimos una cena donde unos amigos. En esa cena ya
rechacé las bebidas alcohólicas incluyendo el postre que era un helado con
whisky. Al regresar de la cena hice la prueba y salió positiva. Nos emocionamos
mucho. Al día siguiente Fabián se fue a la pastelería para celebrar. En el
resto del embarazo las comidas muy dulces dejaron de apetecerme. Estaba además
de emocionada, ávida de información. En cada momento libre entraba a internet a
buscar información sobre el embarazo. También compramos algunos libros. Yo me
sentía segura de que sería una buena madre y me sentía muy feliz. Los primeros
meses no sufrí las náuseas matutinas de manera fuerte. Si sentía rechazo a
ciertos alimentos, los dulces, el chunchullo. Los ascos estaban más
exacerbados, los olores a basura, las babas de la perra que tenía mi hermana.
No vomité sino un par de días en el cuarto mes, seguramente fue una
intoxicación.
En ese momento vivíamos en Argentina,
aproximadamente a los 2 meses (para Navidad) viajamos a Ecuador y a Colombia de
vacaciones. Luego también estuvimos casi un mes en Ecuador en el séptimo mes,
esperando que le asignaran proyecto a Fabián. Las 2 veces que estuvimos en
Ecuador nos quedamos en casa de mis suegros. Esa es una situación muy difícil
de manejar para mí. No sé si porque después de 12 años de no vivir con mi mamá
y mi papá llegué una casa donde permanentemente me daban “instrucciones de
vida”, no sé si porque yo fui criada de manera más respetuosa, no sé si Fabián
tenga razón y sea un tema de “territorialidad femenina”, no sé si porque cada
comida era una tortura (a veces hasta física) para que la sobrina de Fabián
comiera, o las opiniones de que estaba haciendo mal no poniéndole azúcar al
café descafeinado y esos “nutrientes” eran necesarios en mi embarazo, cuando
para mi eran calorías vacías, o porque la comida de mi suegra es incomible para
mí por el exceso de azúcar, sal y condimentos. Lo cierto era que para mí era
una situación incómoda, teníamos un apartamento a una corta distancia de la
casa de mis suegros al que le faltaban detalles, no sé si las cortinas (¡¡¡detesto
las cortinas!!!), o algún mueble. Me molestaba mucho tener MI espacio y tener
que convivir con mi familia política. Hoy sé que con ellos (¡¡y muchas personas
más!!) tengo que empezar a poner límites. En su momento, y al estar viviendo en
la casa de ellos, no les expresaba mi incomodidad/inconformidad/desacuerdo por
respeto, y Fabián era quien recibía todas mis quejas. En mi desesperación por
que mis necesidades de espacio y autonomía fueran respetadas un día recurrí a
la autoagresión como manera de expresar que la situación, como estaba, era
insostenible para mí. Estábamos bañándonos juntos y yo lloraba, seguramente
Fabián me decía algo así como que debía ser más madura y no ponerme así por
cosas tan sin importancia. Me tiré al piso, no recuerdo si me golpeaba, lo
recuerdo como autoagresión. Hasta ahora no vi tan claro de donde aprendió
Fabián Esteban la autoagresión como herramienta de manejo de las frustraciones.
Solo una vez antes recuerdo haber usado la autoagresión en mi vida. Unos cuatro
años antes estaba en una relación en la que veía a mi pareja como parásito (yo
mantenía la casa, pagaba parte de sus estudios, a él lo despedían con
frecuencia del trabajo y en sus estudios le iba mal, y yo no sabía cómo salir
de esa relación, sentía que ya no era “nutricia” para mí. En un momento de
sensación de injusticia, de no saber qué hacer, me arañe con fuerza el brazo
izquierdo hasta herirme. Me dio tanto miedo lo que hice, que pedí cita con un
psiquiatra, que me trató de manera muy paternalista, diciéndome que yo estaba
muy niña, a mis 26 años, para esas responsabilidades. Y finalmente unas semanas
después día me fui de esa casa). La autoagresión no se volvió a presentar ni en
el embarazo ni en mi vida.
No recuerdo muchos más detalles del resto del
embarazo. Trabajé hasta el 5to o 6to mes, en esos meses también me empezó un
dolor en la pierna izquierda que aún tengo. Hice uno o dos meses de yoga para
embarazadas dos veces a la semana. La profesora decía que mi hijo iba a nacer
fácilmente por mi flexibilidad para hacer posición de loto. Yo también lo
pensaba, pero porque dos de mis tías no tuvieron contracciones dolorosas y
porque mis menstruaciones no han sido nunca dolorosas (excepto en la cabeza y
en las emociones). Mi única intranquilidad era no saber donde iba a nacer
Fabián Esteban. El trabajo en Argentina se acababa porque nos convertimos en
"recursos caros" con la devaluación de la moneda. Todo indicaba que
nos trasladarían a Nicaragua, un país que quienes habían trabajado ahí no lo
recomendaban para vivir, menos aún para parir. Yo quería un parto natural y
respetado y ni siquiera conocía al doctor que iba a atender el nacimiento.
Regresamos a Ecuador en mi séptimo mes de embarazo, aproximadamente por un mes.
Cuando ya estaba a una semana de que no me dejaran
viajar en avión Fabián le dio un ultimátum a su jefe, o le asignaban proyecto
de inmediato o no viajaba en los siguientes 6 meses. Y nos asignaron como
destino Costa Rica, fue un alivio. En Costa Rica nos dieron un apartamento en
un bonito hotel. Por las mañanas nadaba en la piscina fría, a veces hacía
caminata en el gimnasio, salía al supermercado, compraba algo para el almuerzo.
Con el ejercicio se me quitó temporalmente un dolor en la pierna izquierda que
tenía desde el 5to mes, dolor que volvió al poco tiempo y aún tengo. Nos
recomendaron un par de doctores, nos gustó uno de ellos y pagamos la clínica.
Siempre quise parto natural y hasta el momento no había razones para que no
fuera así. Hicimos el curso de preparación para el parto, creo que fueron unas
4 horas. A los 8 meses el doctor me dijo que él trabajaba en equipo y que a
partir de entonces me vería otro médico. No me gustó ese médico. En ese
entonces tuve una picazón muy fuerte en todo el cuerpo, el médico me recetó un
antialérgico, debido a que tuve colestasis en el segundo embarazo, se que
entonces también la tenía. También me hizo un tacto dolorosísimo. Me dijo que
estuviera en reposo por la presión arterial alta, yo creo que se me subía solo
en presencia del doctor. En la semana 38.5 tuve la última ecografía. Entré a la
ecografía diciéndole al doctor que mi bebé no tenía aún intenciones de nacer.
La ecografía mostró que tenía placenta de nivel 4, muy poco líquido amniótico y
circular del cordón. De inmediato me programaron para cesárea esa noche. Fuimos
al hotel, regalamos a unos amigos las entradas para ver Terminator 3 que
habíamos reservado telefónicamente. Me puse el enema que recomendó el médico,
preparé las cosas y nos fuimos al hospital. En la sala de partos me pusieron la
epidural, no recuerdo dolor sino presión, me acostaron crucificada, con los
brazos amarrados. Me sentía sola, en ese momento los médicos se ocupaban de la
cirugía más no de mi, igual pasaba con mi esposo que estaba filmando la
cirugía. Sentí que perdía la conciencia, el anestesiólogo puso algo en la vía
luego de varias veces de decir que me sentía mareada. Recuerdo el olor a carne
asada, creo que cortaban al mismo tiempo que cauterizaban, sentía como metían
las manos dentro de mí y sacaron a Fabián Esteban. Inmediatamente acercaron su
cara a mi cara por unos minutos para que se diera la impronta. Y él me miraba
con esos ojos negros y grandes muy abiertos y yo le decía cuánto lo amaba. Era el
bebé más lindo del mundo, hubo una conexión instantánea, sentí una emoción
tranquila y cuando se lo llevaron sentí una frustración de no volverlo a ver
por taaanto tiempo (¿serían un par de horas?). Luego me llevaron a recuperación
y el tiempo se me hizo eterno. Sentía tan terrible de no estar haciendo nada y
mi bebé necesitándome. A Fabián Esteban le hicieron los tamizajes y pruebas de
rutina, muy invasivas según Fabián. Lo pusieron sobre el pecho desnudo de
Fabián y como no logró entrar en calor lo metieron en incubadora mientras yo
estaba en recuperación. Salí de recuperación y no sé si fue enseguida el inicio
de la lactancia, nos costaron mucho los primeros agarres, lo dejaron en mi
cuarto la mayor parte del tiempo. Yo me moría de sed y solo me dejaban chupar
hielos. Al día siguiente las enfermeras lo bañaron para enseñarnos cómo se
hacía. Al rato se puso azul y nos quedamos una noche más en el hospital en
observación con el diagnóstico de “pendejito para el frío” (palabras del
pediatra). En el hospital me ofrecían servicio completo de peluquería y
maquillaje, yo no podía estar menos interesada. Poco a poco el agarre al pecho
fue más fácil y creo que ya habíamos establecido la lactancia al salir del
hospital. Si, hubo dolor, y probé todas las pezoneras del mercado, y después de
salir del hospital Fabián Esteban no supo lo que era un tetero. No recuerdo
sentir mucho dolor por la cesárea, si tuve algún dolor por la postura en algún
momento. En el hotel poco a poco tuvimos nuestra rutina, Fabián bañó a Fabián
Esteban mientras él se duchaba desde el primer día. Cuando hacía sol salíamos a
la piscina unos minutos. Mi mami nos ayudó mucho y en esos días. En el hotel
nos ayudaron mucho, lavaban la ropa de Fabián Esteban separada del resto de
lavandería y todas las tardes bajábamos a “visitar” a las recepcionistas del
hotel. La vacuna BCG hizo una reacción fuerte y aún tiene cicatriz grande. No
recuerdo noches sin dormir. Creo que siempre durmió parte de la noche en la
cuna y parte de la noche en nuestra cama, eso para nosotros nunca fue un
problema. A los 5 meses nos trasladaron de nuevo a Argentina. Pasamos unos días
en Ecuador, creo que ya en nuestro apartamento, en los que nos dieron muchos
los consejos desde dejarlo llorar por la noche, hasta hacerle masajes en
los pies para que se le forme el arco, e incluso acostarlo de lado para que no
se ahogue si vomita y alternando la posición de la cabeza para que no se
siguiera quedando calvo, que para salir hay que taparles la cabeza. Asentía a
todo y luego hacía lo que siempre hice. Me resistía a criar con miedo, que es
como me parece que crió la mamá de Fabián, me resisto a eso. En ese entonces me
sentía la mejor mamá del mundo, confiada en mi papel de madre.
Llegamos a Buenos Aires con Fabián Esteban de casi
6 meses, lactancia exclusiva y a demanda, dormía parte del tiempo en su
corralito en nuestro cuarto y en nuestra cama, los hitos de desarrollo los
había cumplido en el momento esperado aunque no me acuerdo de los detalles. Al
poco tiempo de estar en Buenos Aires, Fabián Esteban empezó a gatear, una
semana antes de cumplir los 7 meses. Gatear le dio mucha autonomía y se movía
por el apartamento con total independencia, sacaba la ropa de los cajones, la
tierra de las plantas, arrugaba los periódicos... a los 7 u 8 meses también
dijo las primeras palabras, creo que teta, papá y mamá.
Yo seguí sintiéndome la mejor mamá del mundo y como
ser mamá era "tan natural" para mí y yo quería que mis hijos se
criaran juntos, decidimos no evitar un segundo embarazo, contrario a las recomendaciones
médicas.
Hubo una oportunidad de trabajar unos días medio
tiempo y entonces fuimos a un jardín infantil vecino, Fabián Esteban tenía
entonces unos 10 meses. La adaptación fue dura para los dos, la profesora muy
amorosa. La adaptación duró unas 2 semanas y trabajé como mes y medio, al
terminar ese mes y medio nos fuimos a Cartagena con mis papás como un mes. A
los 12 meses de nacido Fabián Esteban tuve el regreso de mi menstruación. En
ese mismo mes Fabián Esteban estuvo más apegado a mí que de costumbre. No tuve
la menstruación el siguiente mes, al principio pensé que porque Fabián Esteban
había estado más pegado a su teta, luego vino la sensación de cansancio y ya
tuve mis sospechas. Compré una prueba de embarazo y salió positivo. Mi preocupación
principal era la teta, encontré muchos lugares donde decía que no había
problema en continuar con la lactancia, mi médico no opinaba igual y en cada
control me preguntaba si ya la había suspendido y que era un riesgo continuar
con ella, yo estaba dispuesta a amamantar en tándem. Por esos días Fabián
Esteban volvió al jardín, ya entraba a salita de 1 año, otra profesora y ya un
sistema más "escolar", la readaptación costó mucho más, se quedaba
llorando con frecuencia, me decían que se aislaba y lamía los muebles mientras
lo hacía. En su momento yo justificaba su aislamiento en comparación con los
otros niños a que solo él y otra niña salían a medio día del jardín, el resto
de niños estaba en jornada completa.
A los 4 meses de embarazo de Valeria, unos ladrones
entraron al edificio y la policía entró a revisar cada apartamento a las 4 am.
Fue una situación estresante y estuve durante todo el día con la barriga dura.
Por miedo a empeorar la situación decidí suspender la lactancia
definitivamente. Creo que si el médico no hubiera insistido en la suspensión de
la lactancia hubiéramos podido continuar o hubiera hecho un destete gradual. No
estábamos preparados para un destete. Las primeras dos noches Fabián
Esteban lloró mucho y luego se conformó, desde entonces toma mucha agua durante
el día y antes de dormir.
El embarazo de Valeria también fue muy tranquilo,
sin malestares ni intranquilidades, con excepción del destete de Fabián
Esteban. También a las 38.5 semanas un día sentí poco movimiento y me fui a
hacer un monitoreo, la picazón que me había acompañado en ambos embarazos
resultó ser colestasis. Por la cesárea anterior no podían inducir el parto y me
programaron para cesárea al día siguiente. Otra paciente del doctor llegó y
creo que por eso adelantaron la cesárea a esa misma noche. Fabián Esteban
dormiría sin mí por primera vez, Fabián le puso dibujitos animados hasta que se
quedó dormido. Esta vez no dejaron entrar a Fabián a la cesárea. Aquí tengo
muchas lagunas, yo solo quería salir del hospital para estar con mis dos hijos.
Este post-parto lo recuerdo como muy duro. Fabián estaba ausente por trabajo y
también estaba haciendo un post-grado, y alguna vez reclamó que algo faltaba en
casa y es la imagen que tengo del post-parto de Valeria. Yo, por más ayuda que
tuviera para las cosas de la casa, estaba haciéndome cargo de dos bebés de
necesidades diferentes, Fabián no era apoyo, y encima se le ocurre reclamar.
Durante esos años era habitual que la empresa dejara de pagar por 4 o 5 meses,
pagaba luego con intereses, la empresa pagaba la vivienda y la plata de los
viáticos por lo general nos alcanzaba para vivir. La empresa dejó de pagar el
arriendo y viáticos y empezamos a comernos los ahorros.
En el jardín las cosas tampoco iban bien, la
profesora de Fabián Esteban también quedó embarazada y tuvieron que cambiarla a
mitad del año. Una profesora que estuvo de reemplazo unos días y me recomendó
que lo llevara a una evaluación. Yo lo llevé a la evaluación convencida de que
me iban a decir "tranquila mami, la loca es usted", y no fue así. En
una entrevista por parte de una psiquiatra que recuerdo llena de
interpretaciones con las que no estaba de acuerdo, nos recomendaron atención
psicológica y estimulación. Luego el psicólogo que lo evaluó le llamó la atención
la falta de contacto visual. Luego también estuvo en terapia de fonoaudiología.
Yo seguía viendo a mi niño como perfecto, aún así hacía caso de las
recomendaciones. Eran para mi confuso tener situaciones como que conmigo Fabián
Esteban identificaba colores, sus partes (espejo, silla, etc.) de una moto que
eran cosas que en el jardín y las terapias decían que no reconocía colores.
Recuerdo que en una evaluación dijeron que no recitaba la escala numérica, a mi
me parecía más importante que él identificara si había "1, 2 o
muchos", cosa que sí hacía en esa edad y no era evaluado en el
jardín.
En ese momento llegué al límite de mi frustración
como madre. Pensé que "cualquiera los puede cuidar mejor que yo" y
decidí trabajar tiempo completo cuando Valeria cumplió 10 meses. Ya antes del
nacimiento de Valeria logramos contratar a una señora de confianza que nos
ayudara con las cosas de la casa, ella cuidaba a los niños mientras yo
trabajaba. Por esos días también cambiamos de casa y de jardín. El nuevo jardín
me pareció mucho más respetuoso de los ritmos de cada niño y nunca me hicieron
sentir que mi hijo tenía un problema o que yo era "mala madre".
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