martes, 21 de febrero de 2012

Historia de Fabián Esteban


Me enteré que estaba embarazada de Fabián Esteban a finales de octubre de 2002. Fue un embarazo deseado y podría decirse que hasta buscado. Se nos hacía raro que después de 2 años de casados y sin haber usado métodos anticonceptivos no hubiera llegado. Una semana antes ya había tenido una cita ginecológica y había empezado a tomar vitaminas prenatales, sin saber que en ese momento ya estaba Fabián Esteban en camino.
Cuando llevaba unos 4 o 5 días de atraso compramos una prueba casera. Esa noche tuvimos una cena donde unos amigos. En esa cena ya rechacé las bebidas alcohólicas incluyendo el postre que era un helado con whisky. Al regresar de la cena hice la prueba y salió positiva. Nos emocionamos mucho. Al día siguiente Fabián se fue a la pastelería para celebrar. En el resto del embarazo las comidas muy dulces dejaron de apetecerme. Estaba además de emocionada, ávida de información. En cada momento libre entraba a internet a buscar información sobre el embarazo. También compramos algunos libros. Yo me sentía segura de que sería una buena madre y me sentía muy feliz. Los primeros meses no sufrí las náuseas matutinas de manera fuerte. Si sentía rechazo a ciertos alimentos, los dulces, el chunchullo. Los ascos estaban más exacerbados, los olores a basura, las babas de la perra que tenía mi hermana. No vomité sino un par de días en el cuarto mes, seguramente fue una intoxicación.
En ese momento vivíamos en Argentina, aproximadamente a los 2 meses (para Navidad) viajamos a Ecuador y a Colombia de vacaciones. Luego también estuvimos casi un mes en Ecuador en el séptimo mes, esperando que le asignaran proyecto a Fabián. Las 2 veces que estuvimos en Ecuador nos quedamos en casa de mis suegros. Esa es una situación muy difícil de manejar para mí. No sé si porque después de 12 años de no vivir con mi mamá y mi papá llegué una casa donde permanentemente me daban “instrucciones de vida”, no sé si porque yo fui criada de manera más respetuosa, no sé si Fabián tenga razón y sea un tema de “territorialidad femenina”, no sé si porque cada comida era una tortura (a veces hasta física) para que la sobrina de Fabián comiera, o las opiniones de que estaba haciendo mal no poniéndole azúcar al café descafeinado y esos “nutrientes” eran necesarios en mi embarazo, cuando para mi eran calorías vacías, o porque la comida de mi suegra es incomible para mí por el exceso de azúcar, sal y condimentos. Lo cierto era que para mí era una situación incómoda, teníamos un apartamento a una corta distancia de la casa de mis suegros al que le faltaban detalles, no sé si las cortinas (¡¡¡detesto las cortinas!!!), o algún mueble. Me molestaba mucho tener MI espacio y tener que convivir con mi familia política. Hoy sé que con ellos (¡¡y muchas personas más!!) tengo que empezar a poner límites. En su momento, y al estar viviendo en la casa de ellos, no les expresaba mi incomodidad/inconformidad/desacuerdo por respeto, y Fabián era quien recibía todas mis quejas. En mi desesperación por que mis necesidades de espacio y autonomía fueran respetadas un día recurrí a la autoagresión como manera de expresar que la situación, como estaba, era insostenible para mí. Estábamos bañándonos juntos y yo lloraba, seguramente Fabián me decía algo así como que debía ser más madura y no ponerme así por cosas tan sin importancia. Me tiré al piso, no recuerdo si me golpeaba, lo recuerdo como autoagresión. Hasta ahora no vi tan claro de donde aprendió Fabián Esteban la autoagresión como herramienta de manejo de las frustraciones. Solo una vez antes recuerdo haber usado la autoagresión en mi vida. Unos cuatro años antes estaba en una relación en la que veía a mi pareja como parásito (yo mantenía la casa, pagaba parte de sus estudios, a él lo despedían con frecuencia del trabajo y en sus estudios le iba mal, y yo no sabía cómo salir de esa relación, sentía que ya no era “nutricia” para mí. En un momento de sensación de injusticia, de no saber qué hacer, me arañe con fuerza el brazo izquierdo hasta herirme. Me dio tanto miedo lo que hice, que pedí cita con un psiquiatra, que me trató de manera muy paternalista, diciéndome que yo estaba muy niña, a mis 26 años, para esas responsabilidades. Y finalmente unas semanas después día me fui de esa casa). La autoagresión no se volvió a presentar ni en el embarazo ni en mi vida.
No recuerdo muchos más detalles del resto del embarazo. Trabajé hasta el 5to o 6to mes, en esos meses también me empezó un dolor en la pierna izquierda que aún tengo. Hice uno o dos meses de yoga para embarazadas dos veces a la semana. La profesora decía que mi hijo iba a nacer fácilmente por mi flexibilidad para hacer posición de loto. Yo también lo pensaba, pero porque dos de mis tías no tuvieron contracciones dolorosas y porque mis menstruaciones no han sido nunca dolorosas (excepto en la cabeza y en las emociones). Mi única intranquilidad era no saber donde iba a nacer Fabián Esteban. El trabajo en Argentina se acababa porque nos convertimos en "recursos caros" con la devaluación de la moneda. Todo indicaba que nos trasladarían a Nicaragua, un país que quienes habían trabajado ahí no lo recomendaban para vivir, menos aún para parir. Yo quería un parto natural y respetado y ni siquiera conocía al doctor que iba a atender el nacimiento. Regresamos a Ecuador en mi séptimo mes de embarazo, aproximadamente por un mes.
Cuando ya estaba a una semana de que no me dejaran viajar en avión Fabián le dio un ultimátum a su jefe, o le asignaban proyecto de inmediato o no viajaba en los siguientes 6 meses. Y nos asignaron como destino Costa Rica, fue un alivio. En Costa Rica nos dieron un apartamento en un bonito hotel. Por las mañanas nadaba en la piscina fría, a veces hacía caminata en el gimnasio, salía al supermercado, compraba algo para el almuerzo. Con el ejercicio se me quitó temporalmente un dolor en la pierna izquierda que tenía desde el 5to mes, dolor que volvió al poco tiempo y aún tengo. Nos recomendaron un par de doctores, nos gustó uno de ellos y pagamos la clínica. Siempre quise parto natural y hasta el momento no había razones para que no fuera así. Hicimos el curso de preparación para el parto, creo que fueron unas 4 horas. A los 8 meses el doctor me dijo que él trabajaba en equipo y que a partir de entonces me vería otro médico. No me gustó ese médico. En ese entonces tuve una picazón muy fuerte en todo el cuerpo, el médico me recetó un antialérgico, debido a que tuve colestasis en el segundo embarazo, se que entonces también la tenía. También me hizo un tacto dolorosísimo. Me dijo que estuviera en reposo por la presión arterial alta, yo creo que se me subía solo en presencia del doctor. En la semana 38.5 tuve la última ecografía. Entré a la ecografía diciéndole al doctor que mi bebé no tenía aún intenciones de nacer. La ecografía mostró que tenía placenta de nivel 4, muy poco líquido amniótico y circular del cordón. De inmediato me programaron para cesárea esa noche. Fuimos al hotel, regalamos a unos amigos las entradas para ver Terminator 3 que habíamos reservado telefónicamente. Me puse el enema que recomendó el médico, preparé las cosas y nos fuimos al hospital. En la sala de partos me pusieron la epidural, no recuerdo dolor sino presión, me acostaron crucificada, con los brazos amarrados. Me sentía sola, en ese momento los médicos se ocupaban de la cirugía más no de mi, igual pasaba con mi esposo que estaba filmando la cirugía. Sentí que perdía la conciencia, el anestesiólogo puso algo en la vía luego de varias veces de decir que me sentía mareada. Recuerdo el olor a carne asada, creo que cortaban al mismo tiempo que cauterizaban, sentía como metían las manos dentro de mí y sacaron a Fabián Esteban. Inmediatamente acercaron su cara a mi cara por unos minutos para que se diera la impronta. Y él me miraba con esos ojos negros y grandes muy abiertos y yo le decía cuánto lo amaba. Era el bebé más lindo del mundo, hubo una conexión instantánea, sentí una emoción tranquila y cuando se lo llevaron sentí una frustración de no volverlo a ver por taaanto tiempo (¿serían un par de horas?). Luego me llevaron a recuperación y el tiempo se me hizo eterno. Sentía tan terrible de no estar haciendo nada y mi bebé necesitándome. A Fabián Esteban le hicieron los tamizajes y pruebas de rutina, muy invasivas según Fabián. Lo pusieron sobre el pecho desnudo de Fabián y como no logró entrar en calor lo metieron en incubadora mientras yo estaba en recuperación. Salí de recuperación y no sé si fue enseguida el inicio de la lactancia, nos costaron mucho los primeros agarres, lo dejaron en mi cuarto la mayor parte del tiempo. Yo me moría de sed y solo me dejaban chupar hielos. Al día siguiente las enfermeras lo bañaron para enseñarnos cómo se hacía. Al rato se puso azul y nos quedamos una noche más en el hospital en observación con el diagnóstico de “pendejito para el frío” (palabras del pediatra). En el hospital me ofrecían servicio completo de peluquería y maquillaje, yo no podía estar menos interesada. Poco a poco el agarre al pecho fue más fácil y creo que ya habíamos establecido la lactancia al salir del hospital. Si, hubo dolor, y probé todas las pezoneras del mercado, y después de salir del hospital Fabián Esteban no supo lo que era un tetero. No recuerdo sentir mucho dolor por la cesárea, si tuve algún dolor por la postura en algún momento. En el hotel poco a poco tuvimos nuestra rutina, Fabián bañó a Fabián Esteban mientras él se duchaba desde el primer día. Cuando hacía sol salíamos a la piscina unos minutos. Mi mami nos ayudó mucho y en esos días. En el hotel nos ayudaron mucho, lavaban la ropa de Fabián Esteban separada del resto de lavandería y todas las tardes bajábamos a “visitar” a las recepcionistas del hotel. La vacuna BCG hizo una reacción fuerte y aún tiene cicatriz grande. No recuerdo noches sin dormir. Creo que siempre durmió parte de la noche en la cuna y parte de la noche en nuestra cama, eso para nosotros nunca fue un problema. A los 5 meses nos trasladaron de nuevo a Argentina. Pasamos unos días en Ecuador, creo que ya en nuestro apartamento, en los que nos dieron muchos los consejos desde dejarlo llorar por la noche,  hasta hacerle masajes en los pies para que se le forme el arco, e incluso acostarlo de lado para que no se ahogue si vomita y alternando la posición de la cabeza para que no se siguiera quedando calvo, que para salir hay que taparles la cabeza. Asentía a todo y luego hacía lo que siempre hice. Me resistía a criar con miedo, que es como me parece que crió la mamá de Fabián, me resisto a eso. En ese entonces me sentía la mejor mamá del mundo, confiada en mi papel de madre.
Llegamos a Buenos Aires con Fabián Esteban de casi 6 meses, lactancia exclusiva y a demanda, dormía parte del tiempo en su corralito en nuestro cuarto y en nuestra cama, los hitos de desarrollo los había cumplido en el momento esperado aunque no me acuerdo de los detalles. Al poco tiempo de estar en Buenos Aires, Fabián Esteban empezó a gatear, una semana antes de cumplir los 7 meses. Gatear le dio mucha autonomía y se movía por el apartamento con total independencia, sacaba la ropa de los cajones, la tierra de las plantas, arrugaba los periódicos... a los 7 u 8 meses también dijo las primeras palabras, creo que teta, papá y mamá.
Yo seguí sintiéndome la mejor mamá del mundo y como ser mamá era "tan natural" para mí y yo quería que mis hijos se criaran juntos, decidimos no evitar un segundo embarazo, contrario a las recomendaciones médicas.
Hubo una oportunidad de trabajar unos días medio tiempo y entonces fuimos a un jardín infantil vecino, Fabián Esteban tenía entonces unos 10 meses. La adaptación fue dura para los dos, la profesora muy amorosa. La adaptación duró unas 2 semanas y trabajé como mes y medio, al terminar ese mes y medio nos fuimos a Cartagena con mis papás como un mes. A los 12 meses de nacido Fabián Esteban tuve el regreso de mi menstruación. En ese mismo mes Fabián Esteban estuvo más apegado a mí que de costumbre. No tuve la menstruación el siguiente mes, al principio pensé que porque Fabián Esteban había estado más pegado a su teta, luego vino la sensación de cansancio y ya tuve mis sospechas. Compré una prueba de embarazo y salió positivo. Mi preocupación principal era la teta, encontré muchos lugares donde decía que no había problema en continuar con la lactancia, mi médico no opinaba igual y en cada control me preguntaba si ya la había suspendido y que era un riesgo continuar con ella, yo estaba dispuesta a amamantar en tándem. Por esos días Fabián Esteban volvió al jardín, ya entraba a salita de 1 año, otra profesora y ya un sistema más "escolar", la readaptación costó mucho más, se quedaba llorando con frecuencia, me decían que se aislaba y lamía los muebles mientras lo hacía. En su momento yo justificaba su aislamiento en comparación con los otros niños a que solo él y otra niña salían a medio día del jardín, el resto de niños estaba en jornada completa.
A los 4 meses de embarazo de Valeria, unos ladrones entraron al edificio y la policía entró a revisar cada apartamento a las 4 am. Fue una situación estresante y estuve durante todo el día con la barriga dura. Por miedo a empeorar la situación decidí suspender la lactancia definitivamente. Creo que si el médico no hubiera insistido en la suspensión de la lactancia hubiéramos podido continuar o hubiera hecho un destete gradual. No estábamos preparados para un destete.  Las primeras dos noches Fabián Esteban lloró mucho y luego se conformó, desde entonces toma mucha agua durante el día y antes de dormir.
El embarazo de Valeria también fue muy tranquilo, sin malestares ni intranquilidades,  con excepción del destete de Fabián Esteban. También a las 38.5 semanas un día sentí poco movimiento y me fui a hacer un monitoreo, la picazón que me había acompañado en ambos embarazos resultó ser colestasis. Por la cesárea anterior no podían inducir el parto y me programaron para cesárea al día siguiente. Otra paciente del doctor llegó y creo que por eso adelantaron la cesárea a esa misma noche. Fabián Esteban dormiría sin mí por primera vez, Fabián le puso dibujitos animados hasta que se quedó dormido. Esta vez no dejaron entrar a Fabián a la cesárea. Aquí tengo muchas lagunas, yo solo quería salir del hospital para estar con mis dos hijos. Este post-parto lo recuerdo como muy duro. Fabián estaba ausente por trabajo y también estaba haciendo un post-grado, y alguna vez reclamó que algo faltaba en casa y es la imagen que tengo del post-parto de Valeria. Yo, por más ayuda que tuviera para las cosas de la casa, estaba haciéndome cargo de dos bebés de necesidades diferentes, Fabián no era apoyo, y encima se le ocurre reclamar. Durante esos años era habitual que la empresa dejara de pagar por 4 o 5 meses, pagaba luego con intereses, la empresa pagaba la vivienda y la plata de los viáticos por lo general nos alcanzaba para vivir. La empresa dejó de pagar el arriendo y viáticos y empezamos a comernos los ahorros.
En el jardín las cosas tampoco iban bien, la profesora de Fabián Esteban también quedó embarazada y tuvieron que cambiarla a mitad del año. Una profesora que estuvo de reemplazo unos días y me recomendó que lo llevara a una evaluación. Yo lo llevé a la evaluación convencida de que me iban a decir "tranquila mami, la loca es usted", y no fue así. En una entrevista por parte de una psiquiatra que recuerdo llena de interpretaciones con las que no estaba de acuerdo, nos recomendaron atención psicológica y estimulación. Luego el psicólogo que lo evaluó le llamó la atención la falta de contacto visual. Luego también estuvo en terapia de fonoaudiología. Yo seguía viendo a mi niño como perfecto, aún así hacía caso de las recomendaciones. Eran para mi confuso tener situaciones como que conmigo Fabián Esteban identificaba colores, sus partes (espejo, silla, etc.) de una moto que eran cosas que en el jardín y las terapias decían que no reconocía colores. Recuerdo que en una evaluación dijeron que no recitaba la escala numérica, a mi me parecía más importante que él identificara si había "1, 2 o muchos",  cosa que sí hacía en esa edad y no era evaluado en el jardín.
En ese momento llegué al límite de mi frustración como madre. Pensé que "cualquiera los puede cuidar mejor que yo" y decidí trabajar tiempo completo cuando Valeria cumplió 10 meses. Ya antes del nacimiento de Valeria logramos contratar a una señora de confianza que nos ayudara con las cosas de la casa, ella cuidaba a los niños mientras yo trabajaba. Por esos días también cambiamos de casa y de jardín. El nuevo jardín me pareció mucho más respetuoso de los ritmos de cada niño y nunca me hicieron sentir que mi hijo tenía un problema o que yo era "mala madre".