viernes, 18 de noviembre de 2011

Recuerdos

Escribí hace unos 11 años:
"...pero yo me siento vacía en mi corazón y llena de basura en mi mente, basura que no me deja sentir, basura que lo juzga todo... solo eso busco, encontrar mi corazón y mi alma, sin que la mente se interponga, sin seguir a nadie para lograrlo... sin juzgar al mundo, sin dividirlo... ahí encuentro a Dios, un Dios sin etiquetas, un Dios amoroso, no castigador, un Dios del que hago parte, del que todos hacemos parte, del que todo hace parte... me imagino un mundo en el que vieramos a Dios en cada persona que nos rodea... creo que sería un mundo mejor... no me apego a un futuro... sé que todo lo que me pasa es lo mejor que me puede pasar... así no lo disfrute... es algo que tenía que pasar para aprender algo nuevo sobre la vida... No juzgo a las personas de una religión, pero hay personas que se sienten agredidas con mis creencias, y no es fácil que me acepten como soy, sobre todo en momentos de 'crisis'... y estas 'crisis' tienden a volverse permanentes... las crisis para mi no son necesariamente negativas, son una revaluación de lo que soy... a veces no soy tan buena no juzgando... y a veces no soporto compartir mi vida con muertos vivientes... personas que simplemente pasan por la vida... personas que no viven con la esperanza de una vida futura... aunque a veces yo también sea parte de esos muertos vivientes... Para mi la espiritualidad es la vida, es vivir y darme cuenta que estoy viviendo, es ver esa parte de Dios que está en mi... es saber poner los pensamientos a un lado y sentir... es ver mi alma tal como es..."
¿Porqué dejé de lado toda esa sabiduría por tanto tiempo?

viernes, 21 de octubre de 2011

Carta no entregada a mis suegros...


Ante todo quiero agradecerle todo el amor y el cariño que le ha dado a nuestros hijos. Se que, aunque a mi me cueste entender su manera de hacer las cosas, siempre lo hace con la mejor de las intenciones, porque se preocupa sinceramente por nuestro bienestar.
En varias oportunidades he sentido que usted cree que yo tengo ideas equivocadas con respecto a la crianza de mis hijos y que me equivoco por mi falta de experiencia. También siento que usted se preocupa mucho por esto. Posiblemente yo esté equivocada y usted no piensa eso de mi, pero de todas maneras quiero explicarle algunas cosas.
A mi me criaron de una manera diferente. En mi casa hubo pocos gritos, solo una vez me pegaron, con excepción a ir al colegio, nunca me obligaron a hacer algo que yo no quería. El estilo de crianza fue similar en las familias de mis tías y de mis abuelos maternos (con algunas, en mi opinión tristes, excepciones). No es que yo hiciera lo que yo quería, era que mis papás respetaban mis gustos y necesidades y de ese respeto de ellos hacia mi aprendí yo a respetar a los que me rodean y a mi misma. Me explicaban el porqué algo no se debe hacer sin maltratarme ni física ni psicológicamente. Siempre supe que el amor de mis papás era incondicional y no solo cuando “me portaba bien”. No es que esté diciendo que los demás padres no quieren a sus hijos incondicionalmente, estoy segura que la mayoría de los padres quieren incondicionalmente a sus hijos. Pero también estoy segura que, durante su infancia, esto no siempre es claro para los niños. De hecho he visto padres que explícitamente le dicen a sus hijos que no los van a querer si hacen (o no hacen) esto o lo otro. Durante mi infancia, la mayor parte del tiempo me “portaba bien” y no tuve motivos para rebelarme y mis hermanos tampoco. Creo que mis papás tuvieron una adolescencia de sus hijos más fácil comparada a la mayoría y eso lo atribuyo a que nos sentíamos respetados como personas. No hay familia perfecta y con seguridad cometieron muchos errores, yo también cometeré muchos, es inevitable. Pero cada familia hace lo que mejor puede con la educación que ha recibido, con lo que ha aprendido de su propia crianza y con lo que la vida le ha enseñado.
Cuando uno hace las cosas de manera diferente a los demás es bastante habitual que a uno le digan que está equivocado. Y cuando a mi me dicen que estoy equivocada no recurro al saber popular, si bien recurro al consejo de mi mamá porque por lo general es sensato, también busco estudios que demuestren si estoy o no equivocada. Y en el caso de mis hijos busco aún con más ahinco estudios que me demuestren si con mi comportamiento les hago daño o no. He leido mucho, muchísimo, decenas de miles de páginas. Y lo que he descubierto es que el daño se los hago a mis hijos cuando no actúo de acuerdo a mis convicciones, y esto normalmente es cuando me salgo de casillas y les grito. El resto de actos que tantas veces hacen los padres a sus hijos no los cometo. No les pego, no los amenazo, no los asusto y no los castigo. Por favor, déje de acusarme de asustarlos cuando tienen miedos, no lo he hecho y no lo voy a hacer, no hace parte de mi forma de criar.
No quiero que piense que estoy criticando su forma de criar, usted hizo lo que pudo y lo hizo bien... Sus hijos son maravillosos. Aún así prefiero seguir el ejemplo de mis padres y educar a mis hijos de la manera que fui criada. Si no pego, no regaño, no castigo, no obligo y no premio, no es por mi falta de experiencia, es porque he aprendido eso de mis papás y de mis abuelos y me gustan los resultados. No considero la obediencia ciega una virtud. Si crio así es también porque hay muchos estudios que indican que no le hago daño a mis hijos al no hacer estas cosas y en cambio si se crían con muchas características que yo considero son buenas.
Por último quiero pedirle un favor. Mis hijos están aterrorizados y lloran de pensar que pasaremos Navidad en su casa. Ellos dicen que es porque alĺá los obligan a comer. Yo se que lo hacen con todo el amor del mundo, yo se que sinceramente se preocupan por su salud. Yo pienso que por un par de semanas que no coman “bien” no se van a enfermar (a no ser que se llenen de golosinas). Acá comen bien y están saludables, no hay ningún atraso en su crecimiento físico o intelectual... Sinceramente me entristece mucho que en lugar de añorar ver su familia tengan miedo. ¿Se justifica que ellos tengan terror a ir a su casa por que allá los obligan a comer? A mi nunca me obligaron a comer nada que no quisiera, ni a comer más de lo que yo quisiera. Creo que tengo habitos alimenticios más saludables que la mayoría, mis exámenes de laboratorio suelen ser envidiables, nunca he necesitado hacer una dieta, generalmente no rechazo una comida antes de probarla. Creame, nada grave va a suceder si ellos “comen mal” un par de semanas. Continuarán siendo los niños sanos que son.

Discúlpeme si en algún momento dije algo que le molestó, solo me interesa ser sincera y que ustedes disfruten a sus nietos y sus nietos los disfruten a ustedes.

Que Dios te Bendiga...


Dios te bendiga....

Es increible la resistencia que le pongo a tan popular saludo... no me cabe en la cabeza... va en contra de mi sistema de creencias...
Para mi no tiene sentido que Dios bendiga a unos si y a otros no... no tiene sentido un Dios externo...
Si pudiera cambiaría la frase por “Sé consciente de la bendición de Dios en tí”....

Carta no entregada al colegio...

A veces me cuesta hacerme entender verbalmente, por escrito logro ser más clara, sincera y a veces más dura. Siento que la trascendencia se consigue al encontrarme a mi misma y que mejor que mis hijos, quienes quiéralo o no me imitan y me muestran cual espejo tal como soy. Tuve una infancia difícil, en la que no lograba encajar, mis papás me criaron diferente a la mayoría, no me castigaron, no me pegaron,  me regañaron poco, sin embargo siento que tengo bien claros mis valores en la vida y por otro lado siento que quienes veo a mi alrededor que “estiran” sus valores de acuerdo a lo que les conviene en un momento dado. Yo mientras trato de pensar en el efecto de mis acciones en el mundo y no únicamente en mi conveniencia. Por mi crianza creo que los valores no se enseñan con sermones y mucho menos con premios o castigos, los valores se aprenden principalmente del ejemplo que seguimos de nuestros padres.
Criar hijos no es nada fácil, como bien deben saberlo, y nuestra sociedad nos empuja a hacerlo violentamente. Si, así es, considero violencia toda forma de control. Esto es, para mí son violentos TODOS los premios o castigos. Estoy segura que los premios y castigos enseñan sumisión y obediencia y en el MEJOR de los casos generan rebeldía. La sumisión y la obediencia ya la viví. La viví porque sabía que los adultos que me rodearon durante mi primera infancia (mis padres) me amaban incondicionalmente, tenía confianza en que los adultos (también en el colegio) querían lo mejor para mí. Muy tarde aprendí que la obediencia por la que tanto me alababan los adultos (con excepción a mis padres) me haría daño a largo plazo y durante mucho tiempo me dediqué a complacer a quienes me rodeaban para obtener su aprobación.  De niña fui la alumna ideal ganándome el aprecio de los adultos por hacerles su vida fácil y el rechazo de mis compañeros.  Detesté el colegio con toda mi alma y nunca fui capaz de expresárselo a mis padres, ellos sabrían porque me obligaban a ir a tan terrible tortura. Me creí el cuento que era el precio que tenía que pagar por tener éxito en la vida. Sacrificar el presente por el futuro, el éxito por la felicidad… son lecciones que no pienso enseñar a mis hijos.
Tengo claro que no quiero para mis hijos una infancia como la mía. Quiero que sean felices, autónomos, rebeldes, desafiantes de lo establecido por la sociedad, con ganas de VIVIR. Quiero y los invito a que cuestionen la autoridad.
Ya me imagino que ustedes pensaran que estoy loca (no son los primeros) y en el mejor de los casos idealista o hippy. Posiblemente por su educación sientan que les estoy haciendo a mis hijos un enorme daño. Yo pienso en lo mejor para ellos durante TODA su vida no en mi comodidad a corto plazo. No pienso hacerles fácil la vida a los demás a costa de la sumisión de mis hijos. No quiero que mis hijos sean engranajes del sistema actual, no quiero que piensen que es natural la manera que funciona el mundo. No quiero que piensen que es normal tener que aplastar a quienes me rodean para lograr el éxito, que es normal negar mi autoría en una acción para que culpen a otro. Me resisto a resignarme a un mundo así y por eso intento educar a mis hijos para que cambien el mundo, por utópica que parezca mi visión. Me resisto a creer que los niños sean naturalmente malos y que necesiten nuestra permanente corrección.  Me resisto a pensar que para que los niños se “porten bien” sea necesario hacerlos sentir mal.
El conductismo es tan utilizado que se creería que está ampliamente sustentado por la ciencia o por estudios. Hay muchos estudios (citados por Alfie Kohn) que muestran el efecto negativo a largo plazo de los premios y castigos sobre la autonomía. En sus libros es claro como para la tantos padres  aunque el amor hacia sus hijos es incondicional hacen parecer que lo importante son los comportamientos o los resultado con el objetivo de tenerlos bajo control. Coincido con él en la idea que es muy poco probable que un niño que ha sido castigado piense realmente en lo mal que estuvo su acción, por el contrario es muy probable que esté pensando en la injusticia que se cometió o en cómo hacer para no ser atrapado nuevamente. (También es interesante y al parecer sustentada por estudios su visión sobre las tareas, pero eso es cuento aparte). Es claro para mí que el conductismo en muchos casos puede parecer efectivo, pero esta efectividad es a corto plazo y a un costo muy alto a nivel afectivo.
Seguramente pensarán que soy exagerada al sentir que mis hijos no han sido respetados. Pero mis hijos no están siendo felices en el colegio, y no son felices porque están temerosos de los castigos, porque sienten que no logran ser lo suficientemente buenos para ganarse la aprobación de sus profesoras, ya empiezan a tener miedo a las malas calificaciones y en eso se concentran mientras hacen los trabajos. No están concentrados en aprender, en saber, en investigar, disfrutar del conocimiento, están concentrados en hacer el mínimo esfuerzo para que su profesora no los castigue o les ponga mala nota. Ellos viven con una mamá que intenta (y acepto que aún estoy lejos de lograrlo de manera permanente) llegar a soluciones a los conflictos en conjunto con ellos, que trata de no imponerles un deber ser. Supongo que por eso para mis hijos no es normal que los regañen, no es normal que los castiguen, no es normal que no les escuchen su versión de los hechos. Mientras mis hijos fueron felices en el colegio oculté mi incomodidad con los esquemas conductistas de disciplina, pero ahora no lo son.
Hay varias maneras para lograr la cooperación (mi alternativa a la obediencia) de los niños. De los que conozco existen la crianza con apego, la disciplina positiva y la comunicación no violenta. Se puede trabajar con los niños en lugar de imponerles consecuencias. Literatura sobre el tema hay bastante. El conductismo no es la única manera de no caer en la permisividad. Imagino que ese es el temor. En este mundo de extremos se encasilla lo que no es blanco como negro, lo que no es bueno como malo y lo que no es autoritario como permisivo. Veo a mis hijos descontentos y por eso decidí compartir con ustedes un artículo que encontré.